Haití, Guatemala y Colombia, clave para reducir el hambre en América Latina
Tres agencias de la ONU se han unido para desarrollar acciones conjuntas en estos países para erradicar la pobreza y el hambre, promover el desarrollo rural y agrícola, y prevenir y gestionar los desastres de origen natural.
El Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) anunciaron que profundizarán su colaboración en América Latina y el Caribe, con un énfasis especial en Haití, Guatemala y Colombia.
El acuerdo regional responde a un acuerdo global entre las agencias de multiplicar esfuerzos para intensificar las acciones de superación de la pobreza y el hambre en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La alianza busca mejorar la eficacia en el trabajo de las tres agencias, dando una respuesta de mayor calidad a los países y ahorrando los escasos recursos que muchas veces se aplican en gastos duplicados.
“Un tema importante de trabajo es la pobreza rural y el cambio climático. Lamentablemente las comunidades más golpeadas por las consecuencias del cambio climático como inundaciones, sequías, huracanes o incendios están en las zonas más pobres, las zonas de montaña o las comunidades costeras. Entonces necesitamos redoblar los esfuerzos, canalizar más recursos y territorios, repensar las políticas públicas, repensar la institucionalidad y generar nuevas alianzas para llegar con más intensidad a estos territorios”, explica Adoniram Sanches, coordinador regional de programas de la FAO.
¿Por qué Haití, Guatemala y Colombia?
“Hay un tema que unifica a los tres países. Aunque Haití es la nación que tiene mayores índices de hambre y pobreza en la región, al igual que Guatemala y Colombia, tiene algunos territorios donde existe un núcleo duro de hambre que predomina”, asegura Sanches.
Un informe de la FAO y la Organización Mundial de la Salud reveló el año pasado que después de varios años de mejoras progresivas, el hambre en América Latina aumentó en un 6%.
La peor situación en términos de prevalencia de subalimentación la representa Haití, donde casi el 47% de la población, es decir cinco millones de personas, sufren hambre. Es por ello por lo que el país es un foco importante de las agencias de la ONU, que buscan fortalecer los sistemas de protección social, la agricultura y la resistencia a los desastres naturales.
Aunque la cifra de personas con inseguridad alimentaria es la mitad que en Haití (2,5 millones), Guatemala también hace parte de los 44 países a nivel mundial que se encuentran en la escala “grave” de hambre, conforme al último estudio de índices globales.
En el país centroamericano existen causas estructurales que afectan la seguridad alimentaria, tales como el aumento de la pobreza, los problemas de tenencia de tierra y el cambio climático, que ha impactado a más de 300.000 familias desde 2014.
El año pasado, el país aprobó una ley de Alimentación Escolar que beneficia actualmente a más de 2,2 millones de niños y niñas de 33.000 centros educativos. La legislación promueve la compra de alimentos de productores locales y fomenta la agricultura familiar. El nuevo acuerdo busca reforzar el apoyo en su implementación.
“FAO entra con toda la asistencia técnica para producir los alimentos, el PMA con todo el tema de logística, el FIDA financiando proyectos y así se van creando circuitos cortos de alimentos frescos y saludables fomentando el crecimiento económico”, explica Sanches.
Por su parte Colombia, aunque no hace parte de la lista “crítica” de países con inseguridad alimentaria grave, también presenta varios desafíos, especialmente en el marco del proceso de paz entre el Gobierno y las FARC-EP.
“Colombia es distinto a Guatemala y Haití, en cuanto a su perfil político y los llamados territorios de paz. Las familias que estaban involucradas en las guerrillas eran y son agricultores. Entonces se trata de retomar con procesos productivos a los territorios que estaban rezagados por mucho tiempo, un desafío bastante interesante tanto como para el Gobierno como para las tres agencias del acuerdo”, asegura el coordinador de programas de la FAO, agregando que jefes de Estado de la región se han comprometido en varias ocasiones a apoyar con todas las medidas posibles el acuerdo de paz de Colombia. “La paz es un valor global. Colombia está en el radar de la ONU y es un país prioritario”.
Adoniram Sanches explica que existe otro elemento que une a los tres países además de los focos de hambre. Se trata de la falta de coordinación institucional.
“Es insuficiente. Los ministerios, las fundaciones, los institutos trabajan de manera aislada, fragmentada. Cuando se mezcla por ejemplo cambio climático con el hambre, es necesario un enfoque interinstitucional. Que el Ministerio de Agricultura hable con el de Alimentación, y con el Ministerio del Desarrollo Social y el del Medio Ambiente, y puedan coordinar una respuesta focalizada”, dice.
Los avances que se esperan
El acuerdo entre FAO, FIDA y PMA busca lograr avances específicos en tres frentes. El primero se trata de mantener un sistema de protección social “potente y funcional a favor de los más pobres”, asegura Sanches.
“Si logramos rebajar el hambre por tantos años consecutivos es porque el Estado funcionó bien, se focalizaron las políticas y se incrementó el gasto público llegando a los núcleos duros de la pobreza. A pesar de las cuestiones económicas no se puede bajar la guardia y se debe mantener el foco en la pobreza”, explica.
Si logramos rebajar el hambre por tantos años consecutivos es porque el Estado funcionó bien, se focalizaron las políticas y se incrementó el gasto público llegando a los núcleos duros de la pobreza.
Un segundo frente se trata de la ya mencionada institucionalidad: “tiene que rediseñarse, los desafíos son nuevos y distintos, algunas estructuras funcionales que tenemos en los Gobiernos hoy en día vienen de los años 70 y 80 y necesitan revisadas, teniendo en cuenta los factores ambientales, económicos y sociales”.
Finalmente, asegura el representante de la FAO, se debe poner énfasis a crear sistemas de producción más resilientes en las zonas rurales.
“Hay que estar más preparados para absorber los shocks externos del cambio climático que estarán presentes en la región por mucho tiempo. Debemos crear una nueva perspectiva para administrar los recursos naturales. La crisis no es temporal, es permanente y duradera y tenemos que adaptar a las familias a convivir con estos fenómenos manteniendo el crecimiento y la productividad”.
“Si tratamos ese grupo de tres países podremos volver a reducir ese 6% de personas con inseguridad alimentaria en la región”.