Fisuras profundas se han formadas en nuestro mundo belezo. La sangre corre de sus heridas abiertas.
Soportamos el horror de la inhumanidad cada día. Videos, fotos, asesinato, y propaganda corroen nuestro pueblo global como el veneno.
Los radicales siembran el odio e intentan de ponernos unos contra otros. Ellos asombran el sol y acallan las rías de los niños.
Algunos promuevan el odio a través palabras, mientras que otros están dispuestos a matar. Esas gentes actúan contra diferentes religiones, minoritarias étnicas, y razas. Los ciudadanos que abrazan esta intolerancia rompen nuestro globo en mil piezas. Aparece a menudo que no somos un solo mundo, pero grupos polarizados luchando entre nosotros. Tal gente, llena de prejudicio, pone el amor y la paz en peligro. Y ¿qué pasa con Donald Trump y el odio en América?
Nuestro mundo entero sufre, particularmente en los países musulmanes, de una ola de violencia y de terror. Un “Estado Islámico” autoproclamado (IS, ISIS, ISIL o en Árabe “Daesh”) exile, esclaviza, y mata Cristianos y Chiítas en Siria y en Irak.
La gente es asesinada en Manchester y Londres. En una calle comercial, los civiles son asesinados por un camión en Estocolmo. Un pacífico mercado de Navidad es atacado en el corazón de Berlín. Los terroristas obligan a los Cristianos a convertirse en musulmanes y queman iglesias y mezquitas Chiítas.
En Nigeria, cientos de colegialas son secuestradas, violadas y forzadas al Islam por Boko Haram. Los asesinos matan a los estudiantes en el nombre de Allah en Kenia. Los extremistas matan a un viejo sacerdote durante una misa dominical en una iglesia en Normandía. Cientos son bombardeados en Bagdad o Pakistán.
Hemos visto también a personas pacíficas asesinadas sin piedad en La Promenade des Anglais en la costa de Niza, y en el aeropuerto de Atatürk o en un club en Estambul. Los terroristas matan a caricaturistas, compradores judíos y civiles en restaurantes y en una sala de conciertos de París. Los viajeros son bombardeados en el aeropuerto y en un metro en Bruselas. Violentos extremistas ejecutan a personas inocentes en la playa de Túnez, en San Bernardino, California o en Yakarta. Los chiitas y los sunitas se matan en Pakistán y Libia únicamente porque no comparten las mismas creencias con respecto al Sagrado Corán.
Este brutal asesinato «en el nombre de Allah» nos sacude a todos y no parece haber un fin a la violencia. Estos actos promueven el odio contra el Islam y cada uno de los 1.700 millones de musulmanes del mundo, y han propulsado chiitas y sunitas unos contra otros.
¿Cómo podemos, como ciudadanos normales, contener o terminar este asesinato, así como el odio de aquellos que son intolerantes? ¿Qué debemos hacer y por dónde empezamos? ¿En qué tipo de mundo vivimos hoy y qué tipo de mundo queremos vivir mañana con nuestros hijos? 193 países están cada vez más juntos en un pueblo global. Aunque percibimos que las distancias se están reduciendo y aunque intercambiamos información a través de Internet en cuestión de segundos y viajamos fácilmente a países extranjeros, en gran medida nos hemos mantenido extraños entre nosotros.
Nos centramos exclusivamente en las diferencias subyacentes de nuestras únicas tradiciones y culturas de fe en vez de vivir realmente entre nosotros y abrazar la diversidad dentro de nuestros países.
La globalización dinámica se centra en el progreso de la economía, la tecnología y la comunicación.
Debemos continuar desarrollando una globalización interpersonal compuesta de mayor tolerancia y amor a la humanidad en el siglo XXI. Sólo entonces podremos vivir nueve mil millones de seres humanos, independientemente de todas las raíces nacionales, culturales y religiosas, vivir felices y pacíficamente juntos en nuestro globo encogido.
Es imperativo que adoptemos la mentalidad: «Ya no todo el mundo para sí mismo, sino todos nosotros juntos».
En nuestro mundo estrecho, pero tan diferente, necesitamos urgentemente la humanización de la globalización y un grupo de valores mundiales en la práctica. Necesitamos los Códigos de Tolerancia. Necesitamos más amor.
La Iniciativa de Tolerancia Global es una súplica para usted, y la mayoría pasiva y silenciosa, para promover activamente más tolerancia y respeto por otras religiones, minorías étnicas y razas. Independientemente de nuestros lugares, todos somos invitados a ser miembros de una nueva y responsable elite mundial, con el fin de difundir la bondad con pequeños gestos y coraje moral. Necesitamos mayor calidez, amabilidad y amor a la humanidad en nuestro pueblo global común.
Al mismo tiempo, tenemos que rechazar cualquier tipo de extremismo religioso y político. ¡No puede tolerarse la intolerancia! Tenemos que contener las fuerzas del mal y los predicadores del odio mediante el uso de una gran estrategia inteligente, compuesta de elementos duros y suaves de pacificación. Promover la tolerancia activa es un elemento esencial de esta estrategia.
Cada uno de nosotros puede colocar una pieza en el rompecabezas de la tolerancia. En todas las partes del mundo, compuestas por numerosas culturas y religiones diversas, podemos encontrar fácilmente innumerables ejemplos pequeños y grandes de mejores prácticas sobre cómo podemos vivir mejor juntos. Hemos comenzado a recopilar las mejores prácticas mundiales de tolerancia, que nos muestran que la tolerancia es factible. A través de la participación activa a nivel local, nacional e internacional, podemos juntos fortalecer el amor y la paz. Sigamos estas mejores prácticas para disminuir el mal.
Los Códigos de Tolerancia nos muestran cómo todos podemos trabajar juntos para crear un mundo mejor.
Existen normas específicas para padres, educadores y escuelas, líderes religiosos, medios de comunicación y periodistas, responsables políticos, deportivos y culturales y para todos nosotros. La aplicación de los Códigos puede mejorar efectivamente la coexistencia de las diferentes religiones, minorías étnicas y razas, al tiempo que se detiene la destrucción de los extremistas.
Los Códigos de Tolerancia son nuestra respuesta humanista como ciudadanos del mundo luchando por poner fin a la violencia de los predicadores del odio.
No nos quejamos de que hay radicales que tratan de demoler a los de otras tradiciones religiosas, minorías, forasteros y otras razas, ya que estas prácticas intolerantes ocurren en todo momento y en todos los lugares del mundo. Debemos avergonzarnos de nuestra pasividad que otorga a los extremistas el espacio para nutrir el mal.
La reconciliación con las minorías étnicas es un aspecto importante de la tolerancia activa. Es importante que la paz interna sea el foco principal en países como Ucrania, Siria, Irak, Malí o Nigeria. El enfoque debe centrarse en los pequeños ejemplos de reconciliación entre un ser humano y otro.
- ¿Podrán los pocos radicales dominar nuestro mundo porque la mayoría de nuestra población mundial permanece en silencio y mira hacia otro lado?
- ¿Qué valores morales debemos enseñar a nuestros hijos y cómo podemos dejarlos un mundo mejor con más tolerancia, respeto y amor?
- ¿Es posible encontrar una base común, un grupo de valores mundiales, para cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, judíos, chiítas y sunitas?
- ¿Cómo podemos evitar un choque de las diferentes religiones y culturas?
- ¿Cómo podemos reconciliar e integrar las minorías? ¿Qué deben hacer los ciudadanos individuales y cómo?
En una inspección más detallada, ya podemos ver las huellas de los Códigos de Tolerancia en todas las religiones del mundo y en las más diversas culturas globales. Parece que hemos olvidado estas huellas de oro de la cultura mundial que han sido forzados en el fondo por los radicales vociferantes. Encontramos estas gemas en el Islam, el cristianismo, el judaísmo, el hinduismo y el budismo, junto con el llamamiento a respetar, amar y proteger la dignidad interior e inalienable de todos los seres humanos creados por Dios. Como el Papa Juan Pablo II predicó, «El camino más corto a Dios para un ser humano es otro ser humano».
Con un movimiento de base mundial debemos ahora, audazmente y abiertamente, trabajar por un mejor orden mundial de tolerancia.
Así, también podemos superar el relativismo moral, dejar atrás el vacío de la indiferencia y neutralizar el veneno del odio. Si uno es un optimista, un pesimista, un cristiano creyente, un musulmán o un espíritu libre, es irrelevante. Sólo si abogamos por el mejoramiento de nuestro mundo, haciendo muchos pasos pequeños y progresivos, traeremos los cambios positivos necesarios para poner a la minoría de radicales en su lugar.
No esperemos a que las Naciones Unidas (ONU) o nuestros políticos. Como ciudadanos globales, comencemos a hacer la diferencia que realmente necesitamos en este mundo.
Demuéstrenos a nuestros hijos que un mundo mejor es posible a través de nuestros esfuerzos inmediatos.
Aprendamos las Reglas de Oro de la Tolerancia de las religiones del mundo.
Construyamos, a partir de este libro de tolerancia, un capítulo nuevo y personal con más respeto y amor por la humanidad.
El amor es tolerancia – la tolerancia es amor.
Volvemos a conquistar el mundo para que podamos librarlo de los radicales y acusar a los traficantes de odio, porque cuando hacemos esto, nuestro pueblo global va a ser una vez más lleno de amor, de respeto y de tolerancia.
Ahora usted, estimado lector, está calurosamente invitado. ¡Únete y pone tu pieza del rompecabezas en el mosaico mundial de la tolerancia!
Trabajemos juntos para crear un Mundo 3.0 mejor para nuestros niños y para nosotros mismos.
Contenemos el odio y los asesinatos mediante la adopción de una nueva política global con respecto a la promoción activa e inmediata de la tolerancia.
La Necesidad de Códigos de Tolerancia
¿Cómo podemos detener a los terroristas y contener a los extremistas? ¿Dónde está el espacio para la tolerancia y el respeto y para el amor y la paz en nuestro pueblo global? ¿Qué reglas tienen los sabios líderes y profetas de nuestras antiguas religiones del mundo que nos han dado para el viaje, para que podamos ser capaces de vivir juntos pacíficamente en armonía y respeto?
¿Sobre la base de qué principios, reglas y directrices, los Códigos de Tolerancia y las mejores prácticas pueden promover el respeto de todas las religiones, minorías étnicas y razas?
La pregunta más pertinente es: ¿Qué puedo hacer, como ciudadano del pueblo global, para contribuir a un mundo armonioso y amistoso?
Si uno redujera a los más de 7.500 millones de ciudadanos del mundo a una aldea global compuesta por sólo 100 personas, habría 61 asiáticos, 15 africanos, 13 americanos (norte y sudamericanos) y 11 europeos que viven en él. Habría 52 mujeres y 48 hombres. 80 de ellos serían personas de color y sólo 20 serían blancos. De las 100 personas habría 34 cristianos, 23 musulmanes, 13 hindúes, 7 budistas, 11 representantes de otras religiones menores – sólo el 0,2 por ciento de ellos judíos – así como 10 agnósticos y 2 ateos. No somos un pueblo homogéneo sino un pueblo global diversivo.
Todos los seres humanos en nuestro mundo globalizado dependen cada vez más de nuestros vecinos y, como tales, ninguno de nosotros puede evitarse mutuamente. El Internet y los medios modernos de transporte borran las fronteras físicas entre las culturas y, a menudo, las fusionan. Somos un mundo interconectado y vulnerable en el que las cuestiones principales como el cambio climático o el terrorismo sólo pueden resolverse si todos los actores trabajan juntos. Tenemos un destino común y una responsabilidad compartida. Ahora también debemos crecer juntos como individuos y respetar nuestras muchas diferencias.
Cuando abordamos un avión experimentamos este microcosmos justo delante de nuestros ojos. En un avión nos encontramos con una reunión de nuestro pueblo global diez kilómetros sobre la tierra. Viajamos a países extranjeros, vemos caras diferentes, ciudades y costumbres, escuchamos ideas únicas y experimentamos la diversidad que nos rodea. Muchos de nosotros estamos trabajando juntos con personas de otras culturas y esto amplía nuestra perspectiva y percepción de la vida. Nuestras escuelas y universidades también se están volviendo más internacionales y coloridas. Esto es diversidad en la práctica y en la experiencia.
En nuestro pueblo global, se puede a veces sentirse perdido, solitario e inseguro porque nuestro hogar puede parecer cada vez más extraño para nosotros. El número de eventos y cambios está aumentando rápidamente. El familiar, el estable, y todo lo que una vez sugirió la certeza se están desvaneciendo. ¿Ya no somos capaces de hacer frente?
Todos queremos ser amados, apreciados y respetados. Ninguno de nosotros quiere ser discriminado, ni siquiera atacado, por el color de nuestra piel, nuestra nacionalidad o religión.
Exigimos respeto y tolerancia de los extraños que a su vez nos experimentan como extraños. A cambio también debemos tratar todos los extranjeros con respeto y tolerancia.
John Lennon ha expresado nuestro profundo deseo humanitario por un mundo armonioso en su canción Imagine – el sueño del amor y «un mundo para ser uno». La Novena Sinfonía de Beethoven y el Mundo de Armonía (World of Harmony) de Hindemith resuenan con nuestro anhelo más profundo de un mundo cariñoso y pacífico a través de emociones musicales.
El autor francés Antoine de Saint-Exupéry abogó por más humanidad en medio de la Segunda Guerra Mundial. En su obra maestra El Pequeño Príncipe (Le Petit Prince) escribió maravillosamente: «Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos. […] Te vuelves responsable, para siempre, de lo que has domesticado. «
Debemos buscar formas de detener a los propagandistas de odio y de violencia que quieren hacer la guerra contra otras religiones y minorías étnicas, y así fortalecer el poder del amor. Sin embargo, no hacemos casi nada para lograr esto.
Preferimos ir de compras o sentarnos cómodamente frente a nuestras televisiones en vez de luchar activamente por un mundo mejor de armonía y amor. Nos quedamos en silencio, dormimos y nos rendimos. Algunos de nosotros nos hemos vuelto pesimistas mundiales, espíritus libres silenciosos o simplemente materialistas sin responsabilidad.
Ignoramos nuestras responsabilidades como ciudadanos globales y no queremos interferir porque estamos ansiosos o simplemente complacientes y tomamos la salida fácil. Somos la burguesía global; una masa ociosa y pasiva. Por lo tanto, al no hacer nada y permanecer inertes, estamos volteando la tierra al revés y dejándola a unos pocos radicales resueltos, que son uno por ciento de la población, tomar el poder. Así, el mal numéricamente pequeño domina aunque somos la gran mayoría. El mundo nos pertenece, intelectualmente y materialmente. Sin embargo, los terroristas y los predicadores del odio captan nuestra atención con sus espectaculares acciones violentas y consecuentemente los titulares de las noticias, los tweets y las cámaras de televisión. Queremos crear más paz y amor, mientras que ellos anhelan más confrontación, odio, violencia e incluso guerra
Realizamos buenas acciones y no encontramos reconocimiento en los medios de comunicación.
Cuando los extremistas tratan de difundir el mal reciben la atención pública con absoluta certeza. Este es el status quo en todo el mundo.
¿Quiénes son «nosotros» y quiénes son «ellos»? «Nosotros» podemos ser los creyentes musulmanes en Pakistán, judíos en Jerusalén, o cristianos y budistas comprometidos en Nueva York. «Ellos» también son musulmanes, judíos y cristianos.
Sin embargo, la principal diferencia entre «nosotros» y «ellos» es que “ellos” han olvidado los mensajes de tolerancia que están arraigados en sus religiones, o tal vez son nihilistas frustrados. La mayoría de las veces estos extremistas saben muy poco acerca de su religión.
Los análisis muestran que citan sólo las pocas frases militantes de los gruesos libros sagrados y simplemente ignoran los mensajes de sus profetas, que proclaman la obligación de la paz y el amor a la humanidad. Algunos extremistas quieren establecer una teocracia en la tierra, incluso contra la voluntad de otros.
En el curso de la historia se han repetido los esfuerzos para crear una simbiosis entre el poder estatal y la religión, donde el Estado es visto como un dictado totalitario de un libro sagrado. A menudo se olvidan las luchas de poder que tuvieron lugar en Europa cristiana durante un período muy largo. Hoy, esta meta es perseguida por los talibanes en Afganistán, ISIL en Irak y Siria y Boko Haram en Nigeria.
El Occidente, pero también muchos países musulmanes como Egipto, Túnez, Pakistán e Indonesia, han decidido a favor de una separación entre estado y religión. La idea de una teocracia homogénea que gobierna y juzga la vida del pueblo, contradice las doctrinas de las religiones, incluyendo el Corán. Los devotos musulmanes, cristianos y judíos creen que al final de sus vidas sólo Dios los juzgará. Quien crea profundamente y fervientemente también respeta los de otras tradiciones religiosas porque – a pesar de todas las diferencias – la fe de uno está orientada hacia un ser superior. Es la creencia común que Dios ha creado a todos los seres humanos a Su imagen y semejanza. Tolerancia significa amor por la obra de Dios.
El establecimiento de una teocracia totalitaria en la tierra, construida para favorecer a un conjunto de humanos, contradice fuertemente el código original, el código de creación de Dios: la diversidad de la vida. Se presenta en miles de millones de diferentes seres humanos y en cientos de miles de diferentes flores y animales que habitan nuestro mundo. Numerosos científicos hablan de «biodiversidad». El significado original de la vida es la creación de diversidad e individualidad. Debe ser claro para quien crea en Dios y su creación de vida que Dios creó y quiere la diversidad. La diversidad es parte de la creación y del ADN de la vida; es la vida.
Otras dos tendencias importantes influyen en la lucha por un orden mundial armonioso. En primer lugar, la globalización en la que – a través de la tecnología, la cultura y la economía – nuestro mundo está cada vez más conectado. En segundo lugar, la lucha contra la infiltración extranjera percibida y la lucha por un conjunto uniforme de normas y reglas que gobiernan la sociedad y en la que, según la voluntad de unos pocos extremistas, toda la vida social debería estar dominada por una ideología. Existe un conflicto entre un concepto abierto, plural y tolerante del mundo y un concepto jerárquico, totalitario y cerrado del mundo.
Este conflicto empeora cuando una religión, un clan familiar, un partido político o grupo étnico decide lo que otros deben pensar sin consultar a la gente que están tratando de forzar sus creencias. Para simplificar, se reduce al respeto de la gente por la diversidad y la individualidad o la preferencia por la dictadura con personas estandarizadas. Es una cuestión de libertad o sumisión, así como nuestro cotidiano personal «coraje a la libertad» (Franz-Ludwig Schenk Graf von Stauffenberg).
El mandato de ser tolerante exige que vivamos juntos pacíficamente con otras religiones, razas y minorías étnicas, independientemente de todas las diferencias. Nadie tiene el derecho de imponer su religión o estilo de vida a otro. Este orden libre y abierto de tolerancia también debe ser defendido activamente contra los poderes de la intolerancia.
Immanuel Kant, en su famoso escrito sobre la paz eterna, está de acuerdo y afirma,
«La paz no es un estado natural, sino que debe ser creado»
Además, se requiere el acercamiento y la reconciliación con (ex) enemigos.
El filósofo estadounidense Eric Hoffer expresó una vez este sentimiento: «Una guerra sólo se gana si se ha transformado a un enemigo derrotado en un amigo». La comprensión de que necesitamos tolerancia activa y reconciliación para la paz no es nueva, pero no está ya aplicada en la política cotidiana.
Los elementos «blandos» esenciales del establecimiento de la paz siguen siendo marginados a través de los duros instrumentos militares. Queremos crear la paz con las armas, pero esto es sólo uno de los medios entre muchos. ¿Se puede lograr finalmente la paz mediante el uso de la fuerza y, en si se puede, a qué precio?
Gastamos cientos de miles de millones sobre la seguridad interna y externa, pero ¿cuántos miles de millones para la necesaria promoción de la tolerancia, el respeto y la reconciliación?
Sin políticas proactivas para la paz y la reconciliación, la paz no será posible.
Sólo una bien planeada y consecuente doble estrategia de poder y diplomacia, combinada con la reconciliación, promete éxito.
Sólo en estos dos pilares puede la paz mundial descansar de forma permanente y segura. Las almas de los seres humanos, el sufrimiento de los oprimidos y su dignidad violada, se olvidan en la política unilateral y fría del poder. Este poder no puede alcanzar el núcleo de la pacificación en los corazones de los seres humanos.
La paz mundial sólo puede crearse si usamos el poder para contener el mal y simultáneamente trabajar para lograr la diseminación de la tolerancia mundial a través de una nueva y fresca doble estrategia. Llamemos a esta estrategia World 3.0. Necesitamos el halcón protector así como la paloma con su mensaje de la paz. Todos necesitamos una visión activa y debemos aceptar los Códigos de Tolerancia.
Todos nosotros, musulmanes, cristianos y judíos, somos hermanos y hermanas en la creencia en un solo Dios. Quien no cree en Dios o en cualquier ser sobrenatural es también una criatura de Dios y por lo tanto merece el mismo respeto.
El concepto político de matar a civiles por razones religiosas o políticas es contrario a las enseñanzas de todos los profetas. Es una perversión de fe, al igual que las Cruzadas y las quemaduras de brujas en la Edad Media.
Hoy necesitamos un movimiento activo para ser empujado hacia delante por ciudadanos responsables del mundo.
Necesitamos más tolerancia y respeto. Sin embargo, no podremos vivir felices con nuestros vecinos hasta que defendamos nuestros valores básicos globales y refrenemos el mal con amor a la humanidad en vez del odio. Necesitamos difundir este mensaje en las almas y corazones de nuestros hijos y dejarlos crecer como ciudadanos globales tolerantes. Necesitamos una visión global y un alma. Necesitamos valores morales que se acepten en todo el mundo y necesitamos desesperadamente los Códigos de Tolerancia, así como las mejores prácticas y su difusión permanente. Todos nosotros debemos comprometernos activamente por más tolerancia. Debemos ejemplificar y propagar los Códigos de Tolerancia. Debemos mejorar el mundo con nuestras contribuciones, no importa cuán grande o pequeño. Tenemos poder, influencia y mucha creatividad.
Usemos estos dones con los que nacimos para difundir la bondad, la gentileza y la tolerancia.
Debemos superar nuestra indolencia y pasividad porque debemos esto a nuestros hijos ya nosotros mismos.
Hago un llamamiento a la elite responsable en los 193 países de nuestra tierra para finalmente asumir responsabilidad personal por la victoria de la tolerancia y del respeto.
Creemos un mundo mejor de armonía y respeto por nuestros hijos. Como elite no sólo tenemos la opción, sino también el deber de hacernos activos y comprometer positivamente a nuestras comunidades.
¿Si no nosotros, entonces quién?
En los tiempos de globalización, la humanidad no debe ser marginada o perecerá.
Del libro «El amor es la tolerancia» (Love is Tolerance) de Hubertus Hoffmann