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Violencia obstétrica: fenómeno actual que podría ser erradicado con prácticas ancestrales de parto

En Argentina, en el 2004, se propagó la Ley del parto humanizado, donde se señalan determinados derechos de las parturientas; mientras que en el 2007, en Venezuela se proclamó la Ley Orgánica sobre el derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia

La hegemonía médica que implica prácticas sofisticadas en procesos de parto ha generado una forma de violencia de género, desconocida muchas veces, y que se define como violencia obstétrica, traducida como un trato deshumanizado y de empleo forzado a intervenciones quirúrgicas (cesárea) que han tenido como consecuencia la perdida de la autonomía de la mujer y de su capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad.

Laura Belli, en la Revista Redbioétice/Unesco, expresa que la violencia obstétrica es una consecuencia casi inevitable de la aplicación del paradigma médico vigente que ha conllevado a la tendencia de patologizar los procesos reproductivos naturales de la mujer.

También Natalia Magnone Alemán en la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, indica que la violencia obstétrica es un tipo de violación a los derechos sexuales y reproductivos.
En este sentido, algunos países han planteado erradicar este fenómeno con la promulgación de leyes; en Argentina, en el 2004, se propagó la Ley del parto humanizado, donde se señalan determinados derechos de las parturientas; mientras que en el 2007, en Venezuela se proclamó la Ley Orgánica sobre el derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia.

En Venezuela, el sistema de salud, promueve el plan parto humanizado, en el que se insta a respetar la labor médica objetiva y a rescatar este método, donde la mujer, bebé y padre implican el centro y no objetos fragmentados de ese importante proceso.

Lo que parece ambiguo es la necesidad de entretejer los métodos tecnológicos de vanguardia, con prácticas ancestrales relacionadas al hecho de brindar una atmosfera de intimidad y de seguridad emocional, como se aplicaba con las antiguas “comadronas”, permitiendo tener un alumbramiento en perfecto estado de conciencia, para cuidar y proteger al bebe, desde el primer instante.

Por ende, el fomento de personal de salud a tener un trato de respeto a mujeres embarazadas, así como el conocimiento de sus derechos, significan algunas de las formas de mitigar esta forma de violencia que proyectan promover una maternidad, deseada, segura y feliz.

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