La cifra total de menores de quince años fallecidos cuyas muertes podían haberse evitado 2017 ascendió a 6,3 millones en 2017. De no tomarse medidas urgentes, entre el 2018 y el 2030 morirán 56 millones de menores, la mitad de ellos recién nacidos. Pese a estas cifras, cada año hay menos muertes infantiles en todo el mundo.
Durante el año 2017 falleció un niño cada cinco segundos por causas prevenibles, según indica un nuevo informe conjunto de UNICEF, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la división de población de la ONU y el Banco Mundial.
El estudio cifra en 6,3 millones el número de menores de 15 años que fallecieron durante el año pasado e indica que la gran mayoría de ellos, 5,4 millones, perecieron durante los primeros cinco años de vida, casi la mitad de ellos recién nacidos.
De no tomarse medidas urgentes morirán 56 millones de niños menores de cinco años entre el 2018 y el 2030, señaló la directora de Datos, Investigaciones y Políticas de UNICEF, Laurence Chandy.
“A pesar de los progresos notables que hemos logrado desde 1990, millones de niños siguen muriendo simplemente debido a su identidad o al lugar donde han nacido. Si aplicamos soluciones sencillas como el suministro de medicamentos, agua potable, electricidad y vacunas podemos cambiar esa realidad para todos los niños”, dijo la experta.
África y Asia encabezan la lista de defunciones
Asimismo, el informe destaca que la mitad de los fallecimientos de menores de cinco años durante 2017 se produjeron en el África Subsahariana, mientras que el 30% ocurrieron en Asia del Sur.
Una de las grandes disparidades recogidas en el informe muestra que en los países de altos ingresos solamente muere 1 de cada 185 menores de cinco años por 1 de cada 13 en la misma franja de edad en el África Subsahariana.
La doctora Princess Nono Simelela, subdirectora general de Salud Familiar, de la Mujer y el Niño de la OMS manifestó que no se ha de permitir la muerte de millones de menores por falta de acceso a agua, saneamiento, nutrición adecuada o servicios básicos de salud.
“Debemos priorizar la tarea de facilitar a todos los niños el acceso universal a servicios de salud de calidad, especialmente en el momento del nacimiento y durante los primeros años de vida, a fin de darles la mejor oportunidad posible de sobrevivir y prosperar”, señaló.
La mayoría de los niños menores de 5 años mueren por causas que se pueden evitar o tratar, como complicaciones durante el parto, neumonía, diarrea, sepsis neonatal y paludismo. Dentro de este grupo de edad también existen diferencias regionales, ya que el riesgo que corre un niño de morir en África subsahariana es quince veces mayor que en Europa.
El primer mes de vida es el más peligroso
A nivel global, el período más arriesgado de la vida de un bebé es su primer mes. Durante 2017, 2,5 millones de recién nacidos murieron durante los primeros 30 días de vida. Así, por ejemplo, un bebé nacido en el África subsahariana o en Asia meridional tiene nueve veces más probabilidades de morir que un bebé nacido en un país de altos ingresos durante ese periodo.
Otras disparidades apuntadas en el informe indican que las tasas de mortalidad de menores de cinco años entre los niños que habitan en zonas rurales son, de media, un 50% más altas que las de los niños de zonas urbanas, y que los bebés nacidos de madres sin formación tienen más del doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los de madres que han cursado estudios secundarios o superiores.
La noticia positiva del informe la proporciona la reducción de las muertes anuales de los niños menores de cinco años desde el 1990 hasta el 2017. De los 12,6 millones de fallecimientos que se registraron al inicio de la década de los 90, se pasó a 5,4 millones el año pasado. Entre los 5 y los 14 años, la cifra se redujo de 1,7 millones a menos de un millón durante el mismo período de tiempo.