Ser mujer y huir de su país, las barreras educativas de las niñas refugiadas
El acceso a la educación es un derecho humano reconocido por la Carta de las Naciones Unidas. No obstante, millones de jóvenes se ven privados de ella, y la situación empeora notablemente en el caso de las refugiadas, que se enfrentan a dos barreras: su género y su origen.
De acuerdo con el informe, la falta de formación multiplica los desafíos de la vida en el exilio, como encontrar trabajo, conservar la salud y mantener la dignidad. El documento señala que “los estudiantes de hoy serán los líderes del mañana” y, por lo tanto, los límites educativos de los refugiados frenan sus posibilidades de futuro.
En la actualidad, la educación dista de convertirse en su realidad para convertirse en su sueño. Solo un 61 % de ellos tienen acceso a educación primaria, un 23 % a educación secundaria y un 1 % a la universidad, lo que contrasta con el 91 %, 84 % y 34 % global, respectivamente.
Pero la situación es todavía más desalentadora para las niñas refugiadas que, a medida que crecen, la brecha de género lo hace con ellas: tienen la mitad de posibilidades que los jóvenes para acceder a educación.
Según el documento, las convenciones sociales y culturales otorgan prioridad a los niños para que asistan al colegio. Además, el declive de las condiciones sanitarias impone barreras a las mujeres, que, por ejemplo, en muchos países se quedan en sus casas por carecer de compresas higiénicas.
En este sentido, la condición de refugiadas levanta nuevos obstáculos, como los costes del material escolar, el transporte o los uniformes. Pero estos no son solo económicos, sino que un aspecto de especial relevancia se esconde tras la vulnerabilidad de las niñas refugiadas ante la explotación, la violencia sexual y los embarazos y matrimonios precoces.
Cómo ayudar a las niñas refugiadas
El informe propone una serie de políticas que fomenten el acceso de las refugiadas a educación. Entre las medidas se destaca la importancia de formar y contratar a más profesoras tanto en las comunidades de acogida como entre los refugiados, para que adquieran un mayor protagonismo en el sector y sirvan de ejemplo para las nuevas generaciones.
También se trata de que haya espacio en las aulas, de que el camino al colegio no sea largo ni peligroso y que las instituciones reúnan las condiciones mínimas para satisfacer las necesidades de las jóvenes. Además, se deben emprender medidas para luchar contra el abuso, el acoso y la violencia.
Otro aspecto esencial es alentar a los padres a que sus hijos vayan al colegio. Para ello, se organizarían reuniones con los profesores y se trataría de proporcionar luz y energía, para que los niños no tengan que pasar horas colectando madera.