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Payong, un paraguas de esperanza para los refugiados en Malasia

En el mundo, hay más de 22 millones de refugiados y más de la mitad son menores de edad. Sin embargo, varios países no han firmado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, que define quién posee esta condición y las responsabilidades de las naciones que conceden asilo. Uno de estos países es Malasia, donde la Agencia de la ONU para los Refugiados colabora con organizaciones como Payong para facilitar la integración de estos individuos.

En Malasia, un país que alberga a más de 150.000 refugiados y solicitantes de asilo, no se garantiza un estatus legal ni servicios básicos a estas personas para que puedan satisfacer sus necesidades, lo que provoca que las personas que llegan al país huyendo de los conflictos, la persecución o la pobreza se encuentren en una nueva situación de precariedad que dificulta su desarrollo humano y profesional.

En este contexto nació Payong, una de las ONG que colabora con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados en el país, y que nació en 2008 de la mano de Deborah Henry, una modelo irlandesa de ascendencia malasia fuertemente comprometida con la situación que rodea a estos individuos.

“La principal dificultad con la que se encuentran al llegar al país son las limitaciones de llevar a cabo una vida normal con acceso a educación, sanidad o empleo. Muchos cuentan con formación y habilidades profesionales que adquirieron en su país de origen, pero las posibilidades de ganarse la vida y vivir en sociedad son bastante limitadas”, declara Helena Ros, gerente de administración y marketing en la entidad.

El término Payong significa “paraguas” y hace referencia al objetivo de amparar a las comunidades de refugiados que desean integrarse y crecer dentro de la sociedad malaya. Más que una organización benéfica que busca dar una solución momentánea a una crisis concreta, Payong se define como un movimiento orientado a promover una mayor inclusión social.

Potencial humano, académico y profesional

La entidad comenzó con un tímido colegio, Fugee School, que todavía hoy simboliza uno de los principios de institución: el acceso a la enseñanza.

La escuela representa el primer pilar, que se ampara en el principio de que todos los niños, sin importar su origen o su estado legal, tienen derecho a recibir una educación. Las actividades que se realizan en el centro ayudan a que los estudiantes desarrollen su Potencial humano, académico y profesional.

Se les enseñan habilidades para que en un futuro se conviertan en profesionales que se puedan ganar la vida de manera digna.

“Hasta la fecha, Fugi School ha dado educación a más de trecientos niños refugiados y, además, contamos con socios como universidades, escuelas y organizaciones que garantizan que los refugiados reciban una educación de categoría, donde además se les enseñan habilidades para que en un futuro se conviertan en profesionales que se puedan ganar la vida de manera digna”, indica Helena Ros.

Además de la educación, el movimiento que promueve Payong se basa en el emprendimiento. Para ello, la organización cuenta con Fugee Lah, una empresa social en la que los estudiantes diseñan y crean sus propias líneas de accesorios. Los jóvenes participan en todas las etapas del proceso, desde el diseño y la conceptualización de los productos hasta la planificación empresarial. Mediante este proyecto, se pretende que los estudiantes aprendan cómo ganarse la vida y que pongan en práctica lo estudiado en el colegio.

El tercer pilar es el del empoderamiento y se basa en la aplicación del proyecto Teach for Refugees, que busca ofrecer cobertura social a refugiados a través de proyectos de educación y formación profesional. Dentro de esta plataforma, se incluyen las iniciativas Stand Up, CERTE o el Fondo de Protección Social.

Ejemplos del éxito

Con recursos y una buena formación, los refugiados tienen mayores posibilidades de integrarse en sus sociedades de acogida y contribuir a su desarrollo.

Es un ejemplo del potencial que pueden ofrecer estas personas cuando se les dan herramientas para que alcancen sus metas.

La historia de Abeera Abdullah, una de las estudiantes, que constituye un claro ejemplo del potencial que pueden ofrecer estas personas cuando se les dan los medios y herramientas para que alcancen sus metas.

Abeera tiene solamente 18 años y ya ha publicado su primer libro, ha participado en la elaboración de un podcast, colabora en el proyecto Fugee La como artista y emprendedora, y es profesora y jugadora de fútbol.

Las refugiadas

Por si la situación de los refugiados no fuese ya difícil, la situación se complica cuando se trata de mujeres y niñas, dado que las convenciones sociales y culturales otorgan prioridad a los hombres para que trabajen y a los niños para que asistan al colegio.

“En Fugi School, nos dimos cuenta de que, normalmente en las clases, hay una mayor presencia masculina que femenina. Esto se debe a que muchas veces las niñas no pueden acudir al colegio porque tienen que quedarse en casa ayudando a sus familias en distintas tareas o si ha habido una emergencia”, explica la gestora.

Para hacer frente a la situación, se ha desarrollado el proyecto Stand Up, mediante el que se pone en contacto a las familias de refugiados con voluntarios que normalmente son varones. Estos voluntarios, denominados champions, “campeones” en inglés, les ofrecen asistencia, de tal manera que las niñas pueden ir al colegio y no tienen de dejar de lado sus estudios.

Expectativas de futuro

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados desempeña un papel fundamental a la hora de recibir y acoger a los refugiados en países como Malasia y la cooperación con organizaciones de la zona, como es el caso de Payong, permite que muchos de los que llegan puedan rehacer su vida en un nuevo país.

Podemos garantizar que puedan aspirar a una vida digna llena de proyectos e ilusiones.

Payong, no solo como una organización, sino como un movimiento, desea difundir su idea de inclusión social de comunidades de refugiados no solo en Malasia sino a nivel global, dado que el problema se extiende por todo el mundo.

“Desde Payong creemos que, a través del empoderamiento y la cooperación con estas comunidades de refugiados, podemos garantizar que puedan aspirar a una vida digna llena de proyectos e ilusiones”, concluye Helena.

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