Tras confirmarse la existencia de dos casos en la República Democrática del Congo, la agencia de la ONU ha puesto en marcha los protocolos correspondientes para detener el avance del virus, siguiendo el exitoso modelo que puso impulsado tras un brote similar en 2017.
La prioridad de la Organización Mundial de la Salud es llegar a la localidad de Bikoro, en la Provincia del Ecuador, donde se han detectado los casos, para “reducir la pérdida de vidas y el sufrimiento relacionado con este nuevo brote”, dijo Peter Salama, director general adjunto de la Organización en un comunicado.
El Gobierno del Congo declaró el nuevo brote este martes tras efectuar las correspondientes pruebas de laboratorio. El Ministerio de la Salud congoleño informó a la OMS de que dos de los cinco análisis que se habían practicado a otros tantos pacientes por el Instituto de Investigación Biomédica en Kinshasa habían dado positivo.
“Trabajar juntos con otros socios y responder pronto de una forma coordinada será vital para contener esta enfermedad letal”, explicó Salama.
Misión a Bikoro
El primer equipo multidisciplinar, que cuenta con expertos de la Organización Mundial de la Salud, Médicos sin Fronteras y la División Provincial de la Salud del Congo, se ha puesto en marcha camino de Bikoro este mismo martes para reforzar la coordinación y las investigaciones.
“Estaremos trabajando de cerca con las autoridades del país y con los socios para apoyar la respuesta nacional” dijo Matshidiso Moeti, director regional de la OMS para África.
La Organización también ha asignado personal experto para abordar el brote y ha liberado un millón de dólares de su fondo de emergencia para apoyar los esfuerzos de contención durante los próximos tres meses.
Pero llegar a Bikoro, situado en las orillas del lago Tumba, es un desafío, debido a su distancia de la capital congoleña y los limitados servicios sanitarios que posee. La localidad recibe sus suministros médicos de las organizaciones internacionales.
El noveno brote
Se trata del noveno brote de ébola desde que, en 1976, se descubrió este virus endémico en el Congo.
El virus se transmite a los seres humanos a través del contacto con animales salvajes y después puede propagarse de persona a persona. Dependiendo de las cepas, el virus puede ser mortal en el 50 % de los casos.
Los primeros síntomas de la enfermedad son fiebres, cansancio, dolor muscular, de cabeza y de garganta, seguidos por vómitos, diarreas y el colapso de los riñones y el hígado, y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
Un brote que empezó en África Occidental en 2014 dejó más de 11.000 muertos en seis países y no fue declarado extinto por la OMS hasta principios de 2016.