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EL MUNDO SE UNE PARA ACABAR CON LA PESCA ILEGAL

Un acuerdo para impedir que los peces capturados ilegalmente lleguen a los mercados internacionales, un sistema de documentación de capturas y hasta un “pasaporte” para los pescados, se han puesto en marcha para terminar con esta práctica que se realiza en todos los océanos del mundo y pone en peligro el medio ambiente, la economía y hasta nuestra salud.

La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada amenaza el manejo sostenible de los recursos marinos, poniendo en riesgo la vida de los ecosistemas y el sustento de los pescadores y sus comunidades en países en desarrollo. Esta práctica representa aproximadamente el 20% de los peces que se capturan anualmente y causa pérdidas hasta de 23.000 millones de dólares al año.

Pero por primera vez en la historia, hay voluntad internacional de trabajar conjuntamente para terminar con la pesca ilegal que afecta negativamente a los océanos y por ende a toda la sociedad en general.

Hoy, 8 de junio se celebra, precisamente, el Día Mundial de los Océanos por lo que este acuerdo es una buena noticia.

Las consecuencias de un gran beneficio a corto plazo

¨La pesca ilegal no declarada y no reglamentada tiene muchas consecuencias negativas y a todos los niveles. La principal es a nivel de la biología de las especies que se explotan, ya que no repara en las normas de sostenibilidad para mantener esa especie para generaciones futuras a un nivel adecuado, extrayendo cantidades mayores de las que están permitidas”, explica Alicia Mosteiro, coordinadora del programa de registro mundial en el departamento de pesca y acuicultura del Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Mosteiro explica además que a nivel ecológico estas prácticas dañan los ecosistemas, tales como los fondos de corales y las plantas acuáticas. “No tienen cuidado de este tipo de ecosistemas porque lo que buscan es un gran beneficio a corto plazo”, resalta la experta.

Socioeconómicamente, por la cantidad de pescado que es extraído se reduce su disponibilidad para las personas que más lo necesitan y hace que su valor cambie en la cadena de producción.

Además, la práctica no toma en cuenta las medidas de seguridad ni las condiciones laborales de los pescadores, creando un riesgo desde el mismo momento en que se captura el pez.

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