El futuro de 500.000 niños rohinyás está en peligro si no se invierte en su educación
Los niños y niñas que viven en los hacinados campamentos de refugiados del distrito de Cox’s Bazar en Bagladesh afrontan un futuro sombrío, con pocas oportunidades para aprender y sin saber cuándo podrían regresar a sus hogares en Myanmar.
A más de medio millón de niños rohinyás refugiados en el sur de Bangladesh se les niega una educación adecuada. Para evitar que caigan presa de la desesperación y la frustración es necesario el compromiso activo de la comunidad internacional, según indica un nuevo informe del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) publicado este jueves.
«Si no invertimos ahora en educación, corremos el peligro de ver a una «generación perdida» de menores rohinyás, niños y niñas que carecen de las aptitudes que necesitan para hacer frente a su situación actual, y que serán incapaces de contribuir a la sociedad cuando puedan regresar a Myanmar», dijo Edouard Beigbeder, representante de UNICEF en Bangladesh.
El informe destaca el importante desafío en materia de educación que supuso para UNICEF y sus socios la repentina llegada de un gran número de menores rohinyás.
Además, subraya que, gracias a un gran esfuerzo de ayuda internacional liderado por el Gobierno de Bangladesh, se ha logrado establecer los servicios básicos para los refugiados y se han disipado los temores del contagio de enfermedades.
El temor a un futuro incierto
Según las cifras de UNICEF, en julio de 2018, estaban activos unos 1200 centros de aprendizaje y se había matriculado a casi 140.000 niños. Sin embargo, no había un plan de estudios común, las aulas a menudo estaban saturadas y carecían de agua y otros servicios básicos.
Actualmente se está elaborando un nuevo programa de aprendizaje que busca elevar su nivel de lectura, escritura, lenguaje y aritmética, así como competencias básicas para la vida cotidiana.
El asesor principal de comunicaciones de UNICEF, Simon Ingram, describió los temores de los menores.
“En este momento empiezan a mirar hacia el futuro y se preguntan: ¿Y ahora qué? Están empezando a pensar qué clase de futuro les espera y aquí es donde aparece un nuevo nivel de ansiedad y miedo”.
El estudio destaca la necesidad de que la comunidad internacional invierta para conseguir una educación de calidad para todos los menores rohinyás, especialmente las niñas y los adolescentes que corren un mayor riesgo de quedar excluidos.
También pide al Gobierno de Myanmar que proporcione acceso a la educación preescolar, primaria y secundaria de calidad y en las mismas condiciones a todos los niños en el estado de Rakhine, donde aún hay más de medio millón de rohinyás.
De los poco más de 28 millones de dólares que el Fondo de la ONU para la Infancia pidió este año para financiar la labor educativa con los refugiados rohinyás, solamente ha conseguido recaudar una cifra ligeramente superior al 50%.