La convivencia entre personas y elefantes en el campamento para refugiados de Kutupalong, en Bangladesh, ha provocado por lo menos diez fallecidos. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza han lanzado un plan de acción para prevenir los incidentes.
Los problemas surgieron en septiembre de 2017, cuando refugiados y elefantes empezaron a compartir el mismo espacio en áreas del campamento de Kutupalong, situado en el distrito bangladesí de Ukhia.
El campamento se encuentra en la reserva forestal de la división sur de Cox’s Bazar. La zona constituye uno de los hábitats principales del elefante asiático, una especie que se encuentra en grave peligro de extinción. El asentamiento también coincide con las rutas que estos animales utilizan para migrar de un bosque a otro. Como consecuencia, el tránsito de elefantes pone en peligro la vida de los miles de refugiados que allí residen.
Este es el caso de la rohinyá Anwar Begum, que presenció cómo su cabaña de bambú se desvanecía mientras ella trataba de salvarse: “Gracias a Dios estoy viva, pero tengo miedo”, declaró la mujer de cuarenta y cinco años. Tan solo unos días antes, un elefante entró en su refugio y mató a su marido, Yakub Ali. Este fue uno de los muchos incidentes que se produjeron cuando estos animales, que seguían sus rutas tradicionales de migración, atravesaron el campamento, destrozando guaridas e hiriendo a sus ocupantes.
Tras varios días en el hospital, Anwar regresó al campamento y ahora, con ayuda de sus vecinos, trata de reconstruir su refugio. Los socios de ACNUR le proporcionan recursos para hacerlo y la refugiada recibe asesoramiento por parte del personal de protección de la agencia.
Ante esta situación, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza han diseñado una estrategia para mitigar los incidentes.
El plan implica instalar torres de vigilancia en puntos estratégicos del asentamiento, así como establecer equipos de respuesta que puedan hacer sonar la alarman si aparecen elefantes. Las rutas de tránsito estarán claramente señalizadas para que la gente pueda evitarlas y se llevarán a cabo campañas de concienciación para informar sobre los riesgos.
La fuerza operativa trabajará junto con la comunidad de acogida y los refugiados, y colaborará con el Departamento Forestal de Bangladesh y la Oficina del Comisionado para el Socorro y Repatriación de los Refugiados.
“Esta cooperación resulta fundamental no solo para garantizar la conservación de los elefantes, sino para proteger a los refugiados”, señaló Kevin Allen, jefe de operaciones de emergencia de ACNUR en el distrito de Cox’s Bazar.
El proyecto se enmarca en una iniciativa más amplia por parte de ambas agencias para paliar algunos de los efectos ambientales derivados del establecimiento de asentamientos en el distrito. Dicha iniciativa incluye programas de educación y concienciación ambiental para los refugiados y sus comunidades de acogida, con la finalidad de que comprendan la relevancia de los recursos forestales y traten de tomar medidas para aliviar el impacto de su presencia en la zona. También se aboga por planes de reforestación para preservar los recursos naturales y proteger el medio ambiente.